Desde el primer encuentro en Cumbayá (Ecuador) hace 30 años, los procesos educativos en el Continente han encontrado un epicentro colaborativo, que ha dado vida a la Escuela Salesiana América (ESA), como instancia de reflexión y de camino conjunto. Son muchos los Salesianos, las Hijas de María Auxiliadora y otros grupos de la Familia Salesiana, que han enriquecido este camino sinodal, poniendo al centro a los jóvenes y su desarrollo integral.
¿Qué nos demanda el presente en la educación? ¿Cómo estamos construyendo la escuela salesiana del futuro? ¿Podemos fortalecer aún más, esta gran Red Educativa Salesiana en América?
Imagen: Cumbayá, Ecuador, 1994 Algunas FMA y Salesianos, presentes en el primer encuentro de 1994, comparten su experiencia y visión de cómo este camino ha permitido un crecimiento en la comprensión de la realidad juvenil, en la toma de decisiones estratégicas dentro de las propias Inspectorías y los desafíos que emergen para la educación salesiana. El punto de partida puede ser situado en mayo de 1994 cuando se realizó en Cumbayá (Ecuador) el «Encuentro Latinoamericano de Estudio sobre el Proceso Educativo Salesiano y las Culturas Emergentes». Convocado y presidido por los Consejeros para la Pastoral Juvenil: Sor Georgina McPake (FMA) y el P. Lucas Van Looy (SDB). El encuentro contó con la participación de 117 delegados de las diversas inspectorías americanas de ambas Congregaciones. ¿Qué recuerda de este momento? ¿Qué iniciativas surgieron a partir de esta experiencia? Sor Ivone Yared, con 54 años de experiencia en educación, recuerda que en 1994 era responsable de las Escuelas de la Inspectoría de Campo Grande MS (Brasil), trabajaba en el Centro Educacional N. S. Auxiliadora de Lins/SP como Directora de la Escuela, y pertenecía al Equipo Nacional de Pastoral de la Educación Escolar de Brasil - FMA - EQUIPEDE. “El contexto eclesial que se estaba viviendo, post IV Conferencia Latinoamericana (Santo Domingo, 1992), frente a la crisis de la modernidad y postmodernidad, pide una Nueva Evangelización, el protagonismo de los laicos, la educación continua de la fe, una renovada opción por los pobres, al servicio de la vida y de la familia; una evangelización inculturada que penetrara los ambientes marcados por la cultura urbana, entre otros temas emergentes. En Cumbayá I, experimentamos el clamor de todas las Escuelas Latinoamericanas, nuestros dolores, nuestras posibilidades, reasumimos el Sistema Preventivo como pedagogía, pastoral y espiritualidad, ya como posible intento de formar una red de reflexión y acción conjunta”. A partir de entonces, surgieron opciones concretas para la animación de las escuelas, que se concentraron principalmente en tres dimensiones: Realidad Juvenil y sus líneas operativas: protagonismo juvenil, tecnología y nuevos lenguajes, itinerarios formativos; Carisma salesiano y proceso educativo: reestructurar con valentía las obras y servicios educativos, a la luz de la significatividad; conocer la fenomenología juvenil y estudiar las culturas emergentes, entre otras; Escuela salesiana y gestión: con enfoque en la calidad educativa, la profesionalidad; proceso continuo de formación en el área de gestión escolar de los animadores laicos; comunidad educativa integrada - interacción crítica con los procesos existentes en los diversos contextos culturales, entre otros. “Asumimos como EQUIPEDE este camino, y consecuentemente, se fueron generando diversos proyectos y procesos educativos en las escuelas de la Inspectoría, insertándonos gradualmente en un proceso compartido”. El P. Héctor Ugarte, salesiano de México, con una larga trayectoria educativa en su Inspectoría, vivió este encuentro como “una experiencia muy interesante, porque por primera vez nos vimos, nos conocimos. De ahí surgió para nosotros en México un compromiso, que sigue hasta hoy, de crear un equipo nacional. En Cumbayá I, surgió el equipo que llamamos ENES (Equipo Nacional Escuelas Salesianas) y de ahí empezamos a trabajar en conjunto salesianos y salesianas”. Para S. Olga Winkelried, de la Inspectoría “Santa Roma de Lima”, Perú, Cumbayá fue un momento importante porque “se motivó a todas las escuelas del continente a dar fuerza a la educación salesiana, partiendo del propio contexto cultural que en cada país es muy rico y plural”. El contexto educativo de su país atravesaba por cambios impulsados por el Ministerio de Educación, que requerían de una fuerte formación de los docentes para mejorar la calidad de los aprendizajes para todos. La participación en esta experiencia permitió proyectar caminos importantes, como “repensar nuestra manera de educar a los jóvenes a través de la escuela, para que respondiera a las necesidades e inquietudes del contexto cultural”; “potenciar una mayor colaboración -real y efectiva- entre SDB, FMA y laicos a fin de lograr una mayor incidencia en la evangelización y promoción humana”; “elaborar juntos, una líneas orientativas de un Proyecto Educativo Pastoral común para el futuro de nuestras escuelas”. Para viabilizar estos retos se constituyó un grupo de trabajo denominado EIE (Equipo Interinspectorial de Educación). Sor Patricia Perisset, de Argentina, sitúa la realización de Cumbayá I en el marco de una profunda transformación educativa llevada a cabo en su país, promovida por la Ley Federal de Educación (1993), que modificó la estructura del Sistema Educativo. Hasta ese momento, existían el Nivel Primario de 7 años y el Secundario de 5. La nueva ley introdujo la Escuela General Básica de 9 años y el Nivel Polimodal de 3 años. “Se dio también todo un proceso de reconversión y capacitación docente, y un gran movimiento que puso la educación escolar en el centro del debate entre los docentes y directivos, pero también en las familias y en la sociedad argentina en general”. A partir del encuentro de Cumbayá I, y de toda la reflexión y la toma de conciencia realizada la reflexión conjunta, “se constituyó el SAS escolar (Secretariado Argentino Salesiano Escolar), en el que participamos dos representantes religiosos o laicos de las escuelas de cada una de las Inspectorías de SDB y FMA del país. Esa es una instancia de reflexión común sobre temas importantes que hacen a la vida y a la dinámica de los centros educativos, y también es un espacio de producción de materiales y muchas otras iniciativas”.
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El encuentro en Cumbayá I, marcó en alguna medida un antes y un después, para el trabajo educativo como Familia Salesiana en el Continente. A nivel personal y vocacional, ¿qué significó este encuentro? “Creo que para mí, significó el fortalecimiento de mi vocación salesiana al servicio de la educación, darme cuenta que mi trabajo no era aislado sino que habían muchos otros salesianos y salesianas trabajando en el mismo campo a lo mejor con los mismos problemas o problemas similares”, señala el P. Héctor Ugarte. Sor Patricia Perisset, lo describe con un gran sentido de gratitud: “A nivel personal, ese encuentro fue muy importante porque significó para mí, el inicio de un trabajo más profundo y comprometido en el servicio de las escuelas de la Inspectoría, formando parte del Equipo de Coordinación Inspectorial. Dentro de nuestra maravillosa vocación salesiana, que nos lleva a entregar a Dios todas nuestras energías en bien de la educación de los jóvenes, también Cumbayá I significó una confirmación de ese llamado a concretar esta vocación en el servicio de la educación formal y en el acompañamiento a directivos y docentes de las escuelas, para que nuestras casas fuesen espacios emocionalmente convocantes, intelectualmente desafiantes, y lugares de encuentro con Jesús, el Dios de la Vida”. Para Sor Ivone Yared, recordar Cumbayá I es confirmar la certeza de que educar es evangelizar: “Siempre he soñado y buscado una educación de calidad como espacio de evangelización. Siempre he creído que las escuelas y ambientes educativos evangelizan, y siempre lo he priorizado como "pastoral", o sea, evangelización-educación son inseparables. Y si queremos jóvenes santos, necesitamos formar educadores santos que hacen experiencia de Dios, a través del conocimiento que entregan. Por eso, ese encuentro confirmó que mis convicciones estaban fundadas en un sueño común de los educadores de América, resignificando nuestra práctica educativa. Como coordinadora de las escuelas de mi Inspectoría (BCG), pude valorar el trabajo educativo de las escuelas, como proceso evangelizador en cuanto mentalidad de proyecto, participación democrática, valorizando la solidaridad, responsabilidad social, respeto a la persona, subsidiariedad y corresponsabilidad”. “Personalmente, fue una oportunidad grande para potenciar mi vocación de educadora salesiana, ya que supuso un profundizar más en el Sistema educativo de Don Bosco vivido con fidelidad creativa, en femenino, por Madre Mazzarello y las primeras hermanas. Este trabajo me entusiasmó muchísimo, ya que, a pesar de no contar con el tiempo ‘completo’ para esta gran tarea, pude involucrar a muchos laicos en este desafío que enriqueció mucho la comisión de escuelas de nuestra Inspectoría. Hubo apoyo de todas las comunidades educativas”, declara Sor Olga. Finalmente, a partir de este camino de 30 años, y considerando el contexto educativo actual: ¿Cuál cree que es el futuro de la Escuela Salesiana América? El P. Héctor, integra la importancia de la inclusión en los procesos educativos, desde la pedagogía salesiana. “Creo que esto puede ayudar mucho, a los grandes desafíos que hoy se nos están planteando a lo que es la educación; creo que educar un niño hoy es más complejo pero tenemos las herramientas. Nosotros no seleccionamos, nosotros lo que hacemos es atender las diversas necesidades de los chicos para ofrecerles una puerta de salida.” Sor Patricia Perisset lo expresa con la convicción de que la Escuela Salesiana América podrá continuar orientando y aportando a las comunidades educativas, a la Iglesia y a la sociedad, en la medida en que, siendo fieles al carisma que Dios sigue regalando a sus hijos, pueda dar respuestas a las necesidades profundas de las y los jóvenes. “Creo que, así como cada día se presentan nuevos desafíos y situaciones en nuestras sociedades y en nuestras escuelas, y como el Espíritu Santo siempre hace nuevas todas las cosas y sigue animando e inspirando a sus hijos, en la docilidad a la gracia, los educadores salesianos siempre estarán llamados a poner en común esos dones y esa reflexión para seguir animando y enriqueciendo la obra educativa escolar de todos los rincones del continente. El futuro es siempre promisorio y cargado de esperanza.” Para Sor Olga, el futuro de la Escuela Salesiana América, como red continental, debe seguir siendo un aporte significativo a la reflexión educativa salesiana, consolidando la presencia educativa en América en bien de todos, especialmente de los más desfavorecidos. Es importante, señala, que “se camine con los mismos criterios, dejando de lado lo que obstaculice la construcción del ideal propuesto en estos encuentros. Creo que es un desafío entusiasmante y que será posible en la medida en que se cuide la continuidad de quienes animan los procesos, así como el implicar a TODOS los agentes, comenzando por los religiosos y religiosas, para que podamos aportar a la transformación de nuestras sociedades, tan necesitadas de buenos cristianos y honrados ciudadanos que contribuyan al bien integral de todos”. Sor Ivone Yared lo expresa parafraseando al profeta Isaías: "Poner las estacas y extender la tienda" - caminar con los tiempos, abiertas a la realidad, sin perder el hilo que conduce el carisma salesiano. Caminar con los tiempos, educar evangelizando y evangelizar educando en los diversos contextos que los que estamos presentes y en los que seremos llamados. Es posible constatar cómo la Escuela Salesiana en América, conformada gradualmente como un organismo animador, ha permitido realizar un camino de unidad y colaboración entre países y regiones, así como en forma más amplia a partir de diversas iniciativas; ha dado vida a procesos que permiten garantizar la educación en el presente, abordando desde diversas visiones los desafíos actuales y convergiendo en planes de trabajo a corto y mediano plazo, siempre en una construcción compartida con proyección continental. El próximo encuentro, que comenzará el 1º de mayo, en la ciudad de Guadalajara (México), será una nueva oportunidad para todos, de impulsar el compromiso vocacional y pastoral en la misión educativa, buscando caminos de futuro que permitan dar a los niños, niñas y jóvenes, la formación que necesitan y que les ayudará a vivir más plenamente como buenos cristianos y honestos ciudadanos del siglo XXI. S. Patricia Parraguez fma
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